5 - 31 Octubre

VIERNES 25
Maleta
Te despiertas cansado y con algo de jet-lag. Enseguida tocan al timbre: ha llegado la maleta que te habían extraviado. La abres para comprobar que está todo. Y enseguida adviertes el tremendo olor. Está todo, en efecto. Pero todo está empapado de ron. Una de las botellas, afortunadamente la más barata, no estaba bien cerrada y se ha derramado sobre la ropa. El olor te conduce a la hacienda Santa Teresa, aquel lugar en el que incluso las paredes olían a ron. Es como la magdalena de Proust, pero en versión etílica. El olor se te mete dentro, y el recuerdo se convierte en algo corporal. Es más que una evocación. Se trata de una sensación. Piensas que cada vez que abras el ron, cada vez que lo huelas, volverás a estar en Venezuela. A veces un olor condensa toda una experiencia. Y por alguna razón, la mañana que pasaste en la hacienda Santa Teresa, rodeado de amigos a los que ya echas de menos, se ha transformado en una imagen recurrente.

En la maleta está el chándal, el famoso chándal del equipo nacional que tú creías que era el chándal chavista y que te hacía tanta ilusión comprar. Es lo único que se ha salvado del ron. Ese chándal es paranormal. Pronto lo comprobarás.


SÁBADO 26
Contrastes
En un mismo día se dan cita demasiadas emociones encontradas. Te despierta un mensaje de J. dándote la enhorabuena por la reseña de Babelia. No la has visto y compras inmediatamente el periódico para leerla con nerviosismo. Es una reseña muy elogiosa. Y eso te alegra el día. Es curioso, piensas, lo que te importa la opinión de la crítica. Nunca antes te había ocurrido eso. Siempre te había dado lo mismo lo que escribieran o dijeran de tus textos. Pero con Intento de escapada, por alguna razón, es distinto. Ahora ya menos, porque ha pasado tiempo y estás más seguro de lo que escribiste. Pero al principio tenías un miedo atroz cada mañana al mirar Internet. Buscabas reseñas en Google y luego las leías con temor. Era una sensación de extraña desnudez. Como si el libro naciese desnudo y necesitase arroparse. No sabes realmente a qué se debe esa inseguridad. Es raro, pero el caso es que una buena crítica te alegra el día y una mala te pone del mal humor.

Y la alegría por la buena crítica de hoy te hace afrontar con algo de fuerza la visita al hospital a un amigo que está muy enfermo. La enfermedad es, sin duda, lo que más temes en esta vida. Ya lo has escrito aquí. Pero es cierto. Igual que los hospitales. Y tu amigo está el mismo hospital en el que murió tu padre. Cada vez que vas a ese lugar se te remueve algo por dentro. No puedes evitar recordar los días en la sala de espera de la UCI mientras lo peor estaba sucediendo. Ni la fatídica noche que aún sigue golpeando tu memoria. Si el ron te recuerda a Venezuela, el olor a desinfectante del hospital te lleva directamente a la muerte.

Más contrastes: tras la visita, vas con R. a un boda. Se casa el nieto de tu tío E., el único hermano de tu madre, la única familia que te queda de esa parte. Y es buen momento para reencontrarte con él y con tus primos. La boda es a las 18h y no puedes ver el Barça-Madrid. En la iglesia, miras de vez en cuando el móvil y te das cuenta de que tampoco te estás perdiendo mucho. Después, en el restaurante casi revientas comiendo. Te preguntas por la necesidad de estas cosas. Y sobre todo eres consciente de que así no hay manera de bajar lo que has engordado en Venezuela.


DOMINGO 27
Danto
Casi de casualidad te enteras de la muerte de Arthur C. Danto, uno de los filósofos y críticos de arte más importantes del último tercio de siglo. Danto vino a Murcia en 2003 para un gran congreso sobre su obra que se realizó en el Cendeac. Esa fue una de las primeras actividades del centro y la recuerdas con mucho cariño. Como también recuerdas con cariño a aquel anciano venerable, generoso y humilde que resultó ser Danto. Es cierto que no compartes todas sus ideas sobre el arte, pero es innegable que su aportación ha cambiado la visión sobre el arte contemporáneo. Te sorprende que apenas haya noticias y obituarios en los periódicos, preocupados sólo de Manolo Escobar y Lou Reed. Pero tú sabes que Danto era un grande, tanto o más que los otros dos. Y sobre todo una buena persona. Y eso ya es bastante para recordarlo con afecto.


LUNES 28
Burocracia
Te levantas temprano para correr. Sin desayunar. Cuando vuelves, no sabes si comenzar el día con energía o volverte a acostar. Te decides por lo primero. Y asistes a una reunión en la universidad en la que se te va toda la mañana. Tomas notas de lo que dicen, pero no te enteras de nada. Hablan en un idioma extranjero que no logras entender. Calidad, plazos, acreditación, sistemas de evaluación… papeleos y gestiones que no sirven para nada y que restan tiempo a lo esencial: investigar, leer y escribir. No puedes evitar pensar en Kafka cada vez que asistes a una de estas reuniones.

En cuanto acaba, sales corriendo hacia la librería. Necesitas cuanto antes tocar los libros, sentirlos, abrirlos y olerlos para volver a adentrarte en el conocimiento. Quizá por ansiedad, sales cargado de allí. En la semana que has estado fuera se han publicado libros maravillosos. Entre los que compras están las conversaciones de Enrique Vila-Matas con su traductor francés. Fuera de aquí, se titula. Vila-Matas es tu escritor favorito. Por encima de cualquier otro. Y el libro es precioso. Nada más llegar a casa, te sumerges en la lectura. Y piensas entonces que todo tiene sentido.


MARTES 29
No saber decir que no
Vuelves a salir a correr por la mañana. Dos días seguidos. El cuerpo lo agradece. Después, más reuniones en la universidad. En el casillero te encuentras La calle Great Jones, la tercera novela de Don DeLillo, que por fin ha traducido Seix Barral. Han pasado cuarenta años, pero más vale tarde. DeLillo es otro de tus escritores fundamentales y quisieras encerrarte ahora mismo a leerlo. Pero no puedes. Seiscientas páginas de tesis doctoral te lo impiden. Este cuatrimestre no das clase para poder escribir pero al final, entre una cosa y otra, acabas siempre liado. No sabes decir que no y entre eventos, conferencias, charlas y viajes se te está yendo el tiempo.

Ir o no ir, esa es la cuestión que se vuelve a plantear esta noche, cuando recibes la invitación para viajar a Pekín en diciembre. Lo piensas un poco. Son cinco días. El viaje en avión es demasiado largo. Volverás cansado. Te cortará el ritmo de escritura. Estás bien en casa. Son muchas cosas las que te harían decir que no. Pero hay algo que te lo impide. El mundo de posibilidades que se abre. ¿Y si allí está la experiencia que buscas para tus libros? ¿Y si te pierdes algo fundamental para tu vida? ¿Y si China te está esperando para transformarte? Y si, y si...

MIÉRCOLES 30
Voces literarias
Sales de nuevo a correr bien temprano. Tres días seguidos. El cuerpo ya no se lo cree. Tú tampoco. Nada más volver, te preparas la intervención que tendrás por la tarde en Voces de la literatura de hoy. Te hace especial ilusión esta charla. Todos los años has asistido como público al ciclo. Has aprendido escuchando a los escritores que han participado. Y no podías imaginar que algún día tú estarías del otro lado. Por la tarde, mientras hablas, estás cómodo. Pero tienes la sensación de que te repites, de que esto ya lo has dicho muchas veces y en muchos sitios este año. Y piensas que es hora de acabar el capítulo de Intento de escapada. Ha sido maravilloso, pero es ya hora de moverse hacia otro lugar. Fin de ciclo. Hay que celebrarlo. Quizá por eso la noche se alarga. Y, tras ver el fútbol, cenar y tomar algunas copas con unos amigos, acabas con L. posando en un fotomatón e introduciendo monedas compulsivamente como si fuera una máquina tragaperras. Por la mañana encuentras el documento visual de la noche. De ese no puedes escapar.


JUEVES 31
Halloween
Sales a correr. Cuatro días seguidos. Piensas que no se volverá a repetir. Después, escuchas a Nicolás Maduro afirmar que la cara de Chávez ha aparecido en el metro de Caracas. Tras haberse reencarnado en un pajarito, ahora aparece como si fuera una de las caras de Bélmez. Chávez está en todas partes. Socialismo paranormal, piensas. Después de leer microrrelatos de terror en la Azotea, decides que esta es la noche para ponerse el chándal venezolano como disfraz de Halloween. Y el colorido de la chaquetilla acaba destacando entre la oscuridad lúgubre de muertos vivientes, fantasmas y vampiros. De nuevo, la noche se alarga. Regresas a casa contento. Y eso que mañana será un día triste. Mañana toca ir al cementerio. Mañana tocan los muertos de verdad.

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